El arte como ocupación: declaraciones para una autonomía de la vida.

Hito Steyerl

Quiero que tomes tu teléfono móvil. Abre el video. Registra todo lo que veas durante un par de segundos. Sin cortes. Tienes permitido moverte, desplazarte y hacer zoom. Usa efectos solo si están incluidos en el dispositivo. Haz esto durante un mes, todos los días. Ahora, deténgase. Escuche.

Comencemos con una simple propuesta: lo que solía ser trabajo se ha vuelto cada vez más en una ocupación. 1

Este cambio de terminología puede parecer trivial. De hecho, casi todo cambia en el camino que va del trabajo a la ocupación. El marco económico, pero también sus implicaciones para el espacio y la temporalidad.

Pensamos en el trabajo como una labor, implica un comienzo, un producto, y eventualmente un resultado. El trabajo es visto primordialmente como el medio para un fin: un producto, una recompensa, o un salario. Es una relación instrumental. También produce a un sujeto por medio de la alienación.

Una ocupación es lo contrario. Una ocupación mantiene a las personas ocupadas en vez de darles una labor pagada. 2 Una ocupación no está articulada a un resultado; no tiene una conclusión necesaria. Como tal, no conoce de la alienación tradicional, ni de alguna correspondiente idea de subjetividad. Una ocupación no necesariamente supone una remuneración, ya que se entiende que el proceso contiene su propia gratificación. No tiene un marco temporal excepto el mismo paso del tiempo. No se centra en un productor/trabajador, pero incluye a consumidores, reproductores, incluso destructores, gastadores de tiempo, y transeúntes –en esencia, cualquiera que busque distracción o involucramiento.

Ocupación

El cambio que va del trabajo a la ocupación se aplica en las áreas más distintas de la actividad diaria contemporánea. Marca una transición mucho mayor que el giro muchas veces descrito, que va de una economía fordista a una post-fordista. En vez de ser visto como un medio para tener un ingreso, es visto como una manera de gastar tiempo y recursos. Claramente acentúa el paso de una economía basada en la producción a una economía impulsada por el desecho, de un tiempo de progresión a un tiempo que se gasta o se emplea en el ocio, de un espacio definido por divisiones claras a un territorio enredado y complejo.

Y quizás lo más importante: la ocupación no es el medio para llegar a un fin, como lo es el trabajo tradicional. La ocupación es en muchos casos un fin en sí mismo. La ocupación está conectada con actividad, servicio, distracción, terapia e involucramiento. Pero también con la conquista, la invasión y la toma. En el ejército, la ocupación se refiere a las relaciones de poder extremas, complicación espacial, y soberanía 3D. Es impuesta por el ocupador sobre el ocupado, quien puede o no resistirlo. El objetivo muchas veces es expansión, pero también neutralización, sometimiento y con sofocar la autonomía.

La ocupación muchas veces implica una interminable meditación, proceso eterno, negociación indeterminada y con borrar las divisiones espaciales. No tiene un resultado o resolución integrada. También se refiere a la apropiación, colonización y extracción. En su aspecto procesual, la ocupación es tanto permanente como desigual –y sus connotaciones son completamente distintas para los ocupados y el ocupador.

Claro que las ocupaciones –en todos los distintos sentidos de la palabra—no son las mismas. Pero la fuerza mimética del término opera en cada uno de los distintos significados y las lleva la una hacia la otra. Existe una afinidad mágica dentro de la misma palabra: suena igual, la fuerza de la similitud funciona desde adentro. 3 La fuerza de nombrar atraviesa la diferencia para aproximar incómodamente situaciones que de otra manera fueran segregadas y jerarquizadas por la tradición, e interés y el privilegio.



La ocupación como arte

En el contexto del arte, la transición del trabajo a la ocupación tiene implicaciones adicionales. ¿Qué ocurre con la obra de arte en este proceso? ¿Se transforma también en ocupación?

En parte, sí lo hace. Lo que solía materializarse exclusivamente como objeto o producto –como trabajo (de arte)—ahora tiende a aparecer como actividad o performance. Estos pueden ser lo más que permitan los interminables y forzados presupuestos y los parámetros de atención. Hoy en día, la obra de arte tradicional ha sido mayormente suplementada por el arte como proceso –como una ocupación.4

El significado profesional y el significado militarizado de ocupación se cruzan inesperadamente, en el papel del guardia o encargado, para crear un espacio contradictorio. Recientemente, un profesor de la Universidad de Chicago sugirió que los guardias de museos deberían estar armados.5 Claro, se estaba refiriendo más que nada a los guardias localizados en países (anteriormente) ocupados, como Irak y otros estados en medio de un levantamiento político, pero al citar posibles rompimientos en el orden civil, añadió las locaciones del Primer Mundo en esta sugerencia. Lo que es más, la ocupación de arte como medio de matar el tiempo se cruza con el sentido militar del control espacial en la figura del guardia de museo –algunos de los cuales posiblemente ya sean veteranos del ejército. La seguridad intensificada transforma los sitios del arte e inscribe al museo o galería en una secuencia de escenarios de violencia potencial.

Otro buen ejemplo en la complicada topología de la ocupación es la figura del interno (en un museo, una galería o más posiblemente en un proyecto aislado).6 El término interno está vinculado con la internación, el confinamiento y la detención, sea esta involuntaria o voluntaria. Ella supuestamente debe estar dentro del sistema, no obstante, está excluida de todo pago. Ella está dentro del trabajo pero por fuera de la remuneración: atrapada en un espacio que incluye lo exterior y excluye al interior simultáneamente. Como resultado, ella trabaja para sostener su propia ocupación.

Ambos ejemplos producen un tiempo-espacio fracturado, con distintos grados de intensidad ocupacional. Estas zonas son bastante despegadas la una de la otra, aunque entrelazadas e interdependientes. La esquemática de la ocupación de arte revela un sistema de puntos de revisión, junto con guardianes en las puertas, niveles de acceso, y un manejo cerrado del movimiento y la información. Su arquitectura es asombrosamente compleja. Algunas partes son forzadamente inmovilizadas, su autonomía negada y sofocada para poder mantener otras partes más móviles. La ocupación funciona por ambos lados: forzadamente tomando y manteniéndose fuera, inclusión y exclusión, manejando el acceso y el flujo. Puede no sorprendernos que este patrón muchas veces, pero no siempre, sigue líneas de fallas de clase y de economía política.

En partes más pobres del mundo, el aferramiento del arte podría ser menor. Pero el arte-como-ocupación en estos lugares puede servir más poderosamente a las desviaciones ideológicas mayores dentro del capitalismo e incluso beneficiarse concretamente de un trabajo al que se le eliminan los derechos.7 Aquí la miseria migrante, liberal y urbana puede ser nuevamente explotada por artistas que usan la miseria como materia bruta. El arte “mejora” los barrios más pobres al estetizar su estatus como ruinas urbanas y corre a los habitantes anteriores después que el área se puso de moda.8 De ahí que el arte asiste en la estructuración, jerarquización, toma o degradación del espacio; al organizar, gastar o simplemente consumir el tiempo por medio de una vaga distracción o de una búsqueda comprometida de una actividad para-productiva mayormente no remunerada; y genera dividendos bajo los papeles del artista, el público, el curador freelance, o el que sube videos de celulares al sitio en la web de un museo.

En términos generales, el arte es parte de un sistema global desigual, mismo que subdesarrolla algunas partes del mundo, mientras que sobredesarrolla otras –y los límites entre ambas áreas se entrelazan y traslapan.



Vida y autonomía

Pero más allá de esto, el arte no se detiene en la ocupación de personas, espacio o tiempo. También se ocupa de la vida como tal.

¿Por qué sería este el caso? Comencemos con el pequeño desvío de la autonomía artística. La autonomía artística fue tradicionalmente fundamentada no en la ocupación, sino en la separación –más precisamente, sobre la separación del arte y la vida.9 Conforme la producción artística se volvió más especializada en un mercado mundial industrial marcado por una cada vez mayor división del trabajo, también creció cada vez más separada de una funcionalidad directa.10 Mientras que aparentemente evadió la instrumentalización, simultáneamente perdió su relevancia social. Como reacción, las distintas vanguardias emprendieron el camino de romper las barreras del arte para recrear su relación con la vida.

Su esperanza es que el arte se disolviera dentro de la vida, que se infundiera un impulso revolucionario. Lo que ocurrió fue muy lo contrario. Para enfatizar el punto: la vida ha sido ocupada por el arte, porque las incursiones iniciales del arte en la vida y la práctica diaria se convirtieron gradualmente en incursiones de rutina, y luego en una ocupación constante. Hoy en día, la invasión de la vida por el arte no es la excepción, sino la regla. La autonomía artística significaba separar el arte de la zona de la rutina diaria –de la vida mundana, la intencionalidad, la utilidad, producción y la razón instrumental—para poder distanciarse de las reglas de eficiencia y de coerción social. Pero esta área, incompletamente segregada, entonces, incorporó a todo aquello con lo cual rompiera desde el principio, replanteando el viejo orden dentro de sus propios paradigmas estéticos. La incorporación de la vida dentro del arte es ahora un proyecto estético, y coincide con una general estetización de la política.

En todos los niveles de actividad cotidiana, el arte no sólo invade la vida, sino que la ocupa. Esto no quiere decir que es omnipresente. Sólo significa que ha establecido una compleja topología tanto de presencia dominante y de ausencia abierta –ambas de las cuales impactan en la vida diaria.


Lista de verificación

Pero, podrás responder, aparte de una exposición ocasional, ¡no tengo absolutamente nada que ver con el arte! ¿Cómo puede mi vida estar ocupada por ella? Quizás una de las siguientes preguntas se aplique a ti:

¿Te posee el arte bajo la apariencia de un interminable auto-performance?11 ¿Te despiertas sintiéndote como un múltiple? ¿Te encuentras en constante “auto-display”?

¿Has sido embellecido, mejorado, actualizado o has intentado hacer esto a alguien/algo más? ¿Se ha duplicado tu renta porque unos cuantos niños con pinceles se relocalizaron en ese edificio dilapidado que está enseguida? ¿Tus sentimientos han sido diseñados, o te sientes diseñado por tu iPhone?

O, por el contrario, ¿está siendo retirado el acceso a arte (y su producción), rebanado, recortado, empobrecido y oculto detrás de barreras infranqueables? ¿No se paga este tipo de trabajo? ¿Vives en una ciudad que redirecciona una enorme porción de su presupuesto cultural para financiar una sola exhibición de arte? ¿Está el arte conceptual de tu región privatizado por bancos predadores?

Todos estos son síntomas de ocupación artística. Mientras que, por un lado, la ocupación artística invade por completo la vida, también extrae mucho arte de su circulación.


División del trabajo

Por supuesto, aun cuando hubiesen querido, las vanguardias nunca hubieran podido lograr la disolución de la frontera entre el arte y la vida por sí solos. Una de las razones tiene que ver que un desarrollo un tanto paradójico sobre la base de la autonomía artística. De acuerdo con Peter Bürger, el arte adquirió un estatus especial dentro del sistema capitalista burgués porque los artistas de alguna manera se negaron a seguir la especialización que requerían otras profesiones. Mientras que en su tiempo esto contribuyó a que se pudiera reclamar una autonomía artística, avances más recientes en los modos neoliberales de producción en muchos campos ocupacionales comenzaron a revertir la división del trabajo.12 El artista como diletante y diseñador biopolítico fue tomado por el empleado-como-innovador, el técnico-como-emprendedor, el trabajador-como-ingeniero, el gerente-como-genio, y (el peor de todos) el administrador-como-revolucionario. Como una plantilla para muchas formas de ocupación contemporánea, la multitarea marca la inversión de la división del trabajo: la fusión de profesiones, o mejor dicho su confusión. El ejemplo del artista como erudito creativo ahora sirve como modelo (o excusa) a seguir para legitimar la universalización del diletantismo profesional y el sobresfuerzo para poder ahorrar dinero en trabajo especializado.

Si el origen de la autonomía artística se encuentra en el rechazo de la división del trabajo (y la alienación y sujeción que la acompañan), este rechazo ahora ha sido reintegrado en los modos neoliberales de producción, para liberar los potenciales latentes para la expansión financiera. De esta manera, la lógica de la autonomía se expandió, al grado que inclinó su peso hacia las nuevas ideologías dominantes de la flexibilidad y la auto-empresa, adquiriendo nuevos significados políticos del mismo modo. Los trabajadores, feministas y movimientos juveniles en los setenta, comenzaron a reclamar la autonomía del trabajo y el régimen de las fábricas.13 El capital reaccionó a este proceso diseñando su propia versión de autonomía: la autonomía del capital con respecto a los trabajadores.14 La fuerza rebelde y autónoma de estas distintas luchas se convirtió en el catalizador para la reinvención capitalista de las relaciones laborales como tales. El deseo de la autodeterminación fue rearticulado como un modelo auto-emprendedor de negocios, la esperanza a superar la alienación se transformó en un narcisismo serial y la sobreidentificación con nuestras propias ocupaciones. Sólo en este contexto, podemos entender por qué las ocupaciones contemporáneas que prometen un estilo de vida no alienado, se creen como poseedoras de su propia gratificación. Pero el alivio de la alienación que sugieren toma la forma de una auto-opresión más dominante, misma que podría decirse que es mucho peor que la alienación tradicional.15

Las luchas alrededor de la autonomía, y por encima de todo, la respuesta del capital a ella, está por lo tanto profundamente arraigada en la transición del trabajo a la ocupación. Como hemos visto, esta transición está basada en el modelo a seguir del artista como una persona que se niega a la división del trabajo y vive una vida no alienada. Esta es una de las plantillas para nuevas formas ocupacionales de vida, que sean abarcadoras, apasionadas, auto-opresivas y narcisistas hasta la médula.

Parafraseando a Allan Kaprow: la vida en una galería es como coger en un cementerio.16 Podríamos añadir que las cosas se ponen aun peor conforme la galería se derrama de vuelta a la vida: así como la galería/cementerio invade la vida, uno comienza a sentirse incapaz de coger en otra parte.17


La ocupación, otra vez

Este podría ser el momento en que comencemos a explorar el siguiente significado de ocupación: el significado que ha tomado a partir de las incontables ocupaciones ilegales [referidas en inglés como squats. N. del trad.] y las tomas de años recientes. Como enfatizaron los ocupantes de la New School en 2008, este tipo de ocupación trata de intervenir en las formas gobernantes del tiempo y espacio ocupacional, en vez de simplemente bloquear e inmovilizar un área específica:

La ocupación obliga la inversión de las dimensiones estándares del espacio. El espacio en una ocupación no es sólo el contenedor de nuestros cuerpos, es un plano de potencialidad que ha sido congelado por la lógica de la mercancía. En una ocupación, uno debe involucrarse con el espacio topológicamente, como estratega, preguntándose: ¿Cuáles son sus hoyos, entradas, salidas? ¿Cómo puede uno desalienarlo, desidentificarlo, hacerlo inoperante, comunizarlo? 18

Para descongelar las fuerzas que se encuentran inactivas en el espacio petrificado de la ocupación significa rearticular sus usos funcionales, hacerlas no eficientes, no instrumentales, y no intencionales en sus capacidades como herramientas de coerción social. También significa desmilitarizarlo –por lo menos en términos de jerarquía—y luego militarizarlo de manera distinta. Ahora, para liberar un espacio de arte del arte-como-ocupación parece ser una tarea paradójica, especialmente cuando los espacios de arte se extienden más allá de la galería tradicional. Por el otro lado, también no es difícil imaginar cómo alguno de estos espacios podría operar de una manera no eficiente, no instrumental y no productiva.

¿Pero cuál es el espacio que deberíamos ocupar? Claro, en este momento, abundan sugerencias para que los museos, las galerías y otros espacios de arte sean ocupados. No hay absolutamente nada de malo con esto; casi todos estos espacios deberían estar ocupados, ahora, nuevamente, por siempre. Pero igual, ninguno de estos espacios coexiste estrictamente con nuestros propios espacios múltiples de ocupación. Los ámbitos del arte siguen siendo mayormente adyacentes a los territorios incongruentes que ensamblan y articulan la acumulación incoherente de tiempos y espacios por los cuales estamos siendo ocupados. Al final del día, las personas podrían tener que abandonar el sitio de la ocupación para poder irse a sus casas y hacer aquello que anteriormente se llamaba trabajo: limpiarse el gas lacrimógeno, recoger a sus hijos de la guardería y continuar con sus vidas.19 Porque estas vidas ocurren en el vasto e impredecible territorio de la ocupación, y es aquí también donde las vidas están siendo ocupadas. Lo que sugiero es que ocupemos este espacio. ¿Pero dónde está? ¿Y cómo puede ser reclamado?

El territorio de la ocupación

El territorio de la ocupacipon no es un solo sitio físico, y ciertamente no se encuentra dentro de algún territorio ocupado existente. Es un espacio de afecto, materialmente apoyado por una realidad rasgada. Puede actualizarse en cualquier parte, en cualquier momento. Existe como experiencia posible. Puede consistir de una secuencia compuesta y montada de movimientos a través de muestras de puestos de control, casetas de seguridad en los aeropuertos, cajas registradoras, vistas aéreas, escáneres corporales, trabajo disperso, puertas de vidrio giratorias, tiendas duty free. ¿Cómo sé esto? ¿Recuerdan el inicio de este texto? Les pedí que registraran unos cuantos segundos de cada día en sus teléfonos móviles. Pues bien, esta es la secuencia que se acumuló en mi teléfono; caminando por el territorio de la ocupación, durante meses y meses.

Al caminar por el frío sol de invierno y las desvanecidas insurrecciones sostenidas y amplificadas por los teléfonos móviles. Compartiendo la esperanza con multitudes que añoran una primavera. Una primavera que se siente necesaria, vital, inevitable. Pero la primavera no llegó este año. No llegó en verano, ni en otoño. El invierno llegó nuevamente, no obstante la primavera no llegaba a estar más cerca. Las ocupaciones llegaron y se congelaron, se pisotearon, se ahogaron con gas, se le dispararon. En ese año, las personas, valientemente, desesperadamente, apasionadamente lucharon por lograr la primavera. Pero permaneció elusiva. Y mientras que la primavera fue violentamente mantenida a raya, esta secuencia se acumuló en mi celular. Una secuencia activada por gas lacrimógeno, corazones rotos, y una transición permanente. Registrando la búsqueda de la primavera.

Salto a una serie de helicópteros Cobra sobrevolando las tumbas masivas, un paso de cebra hacia centros comerciales, un mosaico de filtros spam, tarjetas SIM, tejedores nómadas; efecto espiral de la detención fronteriza, cuidado infantil y agotamiento digital.20 Nubes de gases disolviéndose entre los rascacielos. La exasperación. El territorio de la ocupación es un sitio de encierro, de extracción, cobertura y constante acoso, de ser empujado, de ser tratado condescendientemente, de ser vigilado, colocado al último minuto, detenido, retrasado, apurado –estimula una condición que siempre es demasiado tarde, demasiado rápido, arrestado, sobrecogido, perdido, cayendo.

Tu teléfono te está llevando a través de este viaje, volviéndote loco, extrayendo valor, quejándote como un bebito, ronroneando como amante, bombardeándote con sus reclamos mortíferos, enloquecedores, vergonzosos y escandalosos de tiempo, espacio, atención, números de tarjeta de crédito. Hace un copy-paste de tu vida hacia incontables imágenes ininteligibles que no tienen sentido, ni público, ni propósito, pero que sí tienen impacto, golpe y velocidad. Acumula cartas de amor, insultos, facturas, borradores, una interminable comunicación. Está siendo rastreado y escaneado, convirtiéndote en dígitos transparentes, en el movimiento como nubarrón. Un ojo digital como el corazón en tu mano. Es testigo e informante. Si delata tu posición, quiere decir que retroactivamente ya tendrás uno. Si filmas al francotirador que te dispara, el teléfono hubiera enfrentado a su blanco. Pudiera ser enmarcado, fijado, una composición de pixel sin rostro.21 Tu teléfono es tu cerebro en diseño corporativo, tu corazón como producto, la niña Apple de tus ojos.

Tu vida se condensa en un objeto en la palma de tu mano, listo para ser arrojado a una pared y aun sonriéndote, destrozado, dictando fechas límite, registrando, interrumpiendo.

El territorio de la ocupación es un territorio de pantalla verde, locamente ensamblados y conjeturados por el zapping, las operaciones de copia y pegado, incongruentemente tecleados, ripeados, despedazándose, rompiendo con vidas y con corazón. Es un espacio gobernado no sólo por una soberanía en 3D, sino por una soberanía 4D, porque ocupa tiempo una soberanía 5D porque gobierna desde lo virtual, y una soberanía n-D desde arriba, del más allá, a través –en Dolby Surround. El tiempo asincrónicamente choca en el espacio; acumulándose por medio de espasmos de capital, desesperación y deseo desenfrenado.

Aquí y en otra parte, ahora y entonces, demora y eco, pasado y futuro, día por noche, anidan dentro de cada uno como efectos digitales sin renderizar. Tanto la ocupación temporal como la espacial se cruzan para producir líneas de tiempo individualizadas, intensificadas por circuitos fragmentados de producción y realidades militares aumentadas. Pueden ser registradas, objetivadas, y así vueltas tangibles, reales. Una materia en movimiento, compuesta de imágenes pobres, que le otorga flujo a la realidad material. Es importante enfatizar que estas no son sólo un remanente pasivo de movimientos individuales o subjetivos. Más bien, son secuencias que crean individuos por medio de la ocupación. Disparan altos completos y un abandono apasionado. Conducen, conmueven y seducen.

Mira tu teléfono, par aver cómo ha obtenido muestras de un trayectoria disperso de ocupación. No sólo el tuyo. Si miras tu teléfono, también podrás encontrar esta secuencia: Salto a una serie de helicópteros Cobra sobrevolando las tumbas masivas, un paso de cebra hacia centros comerciales, un mosaico de filtros spam, tarjetas SIM, tejedores nómadas; efecto espiral de la detención fronteriza, cuidado infantil y agotamiento digital. Pude habértelo enviado desde mi teléfono. Fíjate cómo se expande. Fíjate cómo es invadido por otras secuencias, muchas secuencias, mira como se vuelve a montar, se rearticula, se reedita. Fusionemos y destrocemos nuestros escenarios de ocupación. Rompe la continuidad. Yuxtapone. Edita en paralelo. Brinca la hacha. Construye el suspenso. Pausa. Contratoma. Sigue persiguiendo a la primavera.

Estos son nuestros territories de ocupación, forzadamente distanciados los unos de los otros, cada uno en su propio encierro corporativo. Hay que reeditarlos. Reconstruir. Reacomodar. Destrozar. Articular. Alienar. Descongelar. Acelerar. Habitar. Ocupar.

*

Este texto es dedicado al camarada Şiyar. Gracias a Apo, Neman Kara, Tina Leisch, Sahin Okay y Selim Yildiz.

Hito Steyerl es cineasta y escritora. Imparte clases sobre Nuevos Medios en la Universidad de las Artes, Berlín, y recientemente participó en Documenta 12, la Bienal de Shangai, y el Festival de Cine de Rotterdam.

1 1. Estoy robándome estas ideas de la brillante observación hecha por el Carrot Workers Collective. Ver ___

Carrot Workers Collective, “The European Union language promoting ‘occupation’ rather than ‘employment,’ marking a subtle but interesting semantic shift towards keeping the active population ‘busy’ rather than trying to create jobs,” “On Free Labor,” .

3 Walter Benjamin, “Doctrine of the Similar,” in Selected Writings, Vol. 2, part 2, 1931-1934, ed. Michael Jennings, Howard Eiland, Gary Smith. (Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 1999), 694-711, esp. 696.

4 One could even say: the work of art is tied to the idea of a product (bound up in a complex system of valorization). Art-as-occupation bypasses the end result of production by immediately turning the making-of into commodity.

5 Lawrence Rothfield as quoted in John Hooper, “Arm museum guards to prevent looting, says professor,”The Guardian, 10.07.2011, “Professor Lawrence Rothfield, faculty director of the University of Chicago's cultural policy center, told the Guardian that ministries, foundations and local authorities “should not assume that the brutal policing job required to prevent looters and professional art thieves from carrying away items is just one for the national police or for other forces not under their direct control”. He was speaking in advance of the annual conference of the Association for Research into Crimes Against Art (ARCA), held over the weekend in the central Italian town of Amelia. Rothfield said he would also like to see museum attendants, site wardens and others given thorough training in crowd control. And not just in the developing world.” See .

6 Carrot Workers Collective, “The figure of the intern appears in this context paradigmatic as it negotiates the collapse of the boundaries between Education, Work and Life.” See .

7 As critiqued recently by Walid Raad in the building of the Abu Dhabi Guggenheim franchise and related labor issues. See .

8 Central here is Martha Rosler’s three-part essay,“Culture Class: Art, Creativity, Urbanism,” in e-flux journal21 (December 2010); 23 (March 2011); and 25 (May 2011). See .

9 These paragraphs are entirely due to the pervasive influence of Sven Lütticken’s excellent text “Acting on the Onmipresent Frontiers of Autonomy” in To The Arts, Citizens!(Porto: Serralves, 2010), 146–167. Lütticken also commissioned the initial version of this text, to be published soon as a “Black Box” version in a special edition of OPENmagazine.

10 The emphasis here is on the word obvious, since art evidently retained a major function in developing a particular division of senses, class distinction and bourgeois subjectivity even as it became more divorced from religious or overt representational function. Its autonomy presented itself as disinterested and dispassionate, while at the same time mimetically adapting the form and structure of capitalist commodities.

11 The Invisible Committee lay out the terms for occupational performativity: “Producing oneself is about to become the dominant occupation in a society where production has become aimless: like a carpenter who’s been kicked out of his workshop and who out of desperation starts to plane himself down. That’s where we get the spectacle of all these young people training themselves to smile for their employment interviews, who whiten their teeth to make a better impression, who go out to nightclubs to stimulate their team spirit, who learn English to boost their careers, who get divorced or married to bounce back again, who go take theater classes to become leaders or “personal development” classes to “manage conflicts” better—the most intimate “personal development,” claims some guru or another, “will lead you to better emotional stability, a more well directed intellectual acuity, and so to better economic performance.” The Invisible Committee, The Coming Insurrection (New York: Semiotexte(e), 2009), 16.

12 Peter Bürger, Theory of the Avant-Garde (Minneapolis: University of Minnesota Press, 1984).

13 It is interesting to make a link at this point to classical key texts of autonomist thought as collected inAutonomia: Post-Political Politics, ed. Sylvere Lotringer and Christian Marazzi (New York: Semiotext(e), 2007)..

14 Toni Negri has detailedthe restructuring of the North Italian labor force after the 1970s, while Paolo Virno and Bifo Berardi both emphasize that the autonomous tendencies expressed the refusal of labor and the rebellious feminist, youth,and workers movements in the ‘70s was recaptured into new, flexibilized and entrepreneurial forms of coercion. More recently Berardi has emphasized the new conditions of subjective identification with labor and its self-perpetuating narcissistic components. See inter alia Toni Negri, i: “Reti produttive e territori: il caso del Nord-Est italiano,” L'inverno è finito. Scritti sulla trasformazione negata (1989–1995), ed. Giovanni Caccia (Rome: Castelvecchi, 1996), 66–80; Paolo Virno, “Do you remember counterrevolution?,” inRadical thought in Italy: A Potential Politics, ed. Michael Hardt and Paolo Virno (Minneapolis: University of Minnesota Press, 1996); Franco “Bifo” Berardi, The Soul at Work: From Alienation to Autonomy (New York: Semiotext(e), 2010.

15 I have repeatedly argued that one should not seek to escape alienation but on the contrary embrace it as well as the status of objectivity and objecthood that goes along with it.

16 In “What is a Museum? Dialogue with Robert Smithson,” Museum World no. 9 (1967), reprinted in The Writings of Robert Smithson, Jack Flam ed. (New York University Press: New York, 1979), 43-51.

17 Remember also the now unfortunately defunct meaning of occupation. During the fifteenth and sixteenth centuries “to occupy” was a euphemism for “have sexual intercourse with,” which fell from usage almost completely during the seventeenth and eighteenth centuries.

18 Inoperative Committee,Preoccupied: The Logic of Occupation (Somewhere: Somebody, 2009),11.

19 In the sense of squatting, which in contrast to other types of occupation is limited spatially and temporally.

20 I copied the form of my sequence from Imri Kahn’s lovely video Rebecca makes it!,where it appears with different imagery.

21 This description is directly inspired by Rabih Mroue’s terrific upcoming lecture “The Pixelated Revolution” on the use of mobile phones in recent Syrian uprisings. See .