allan kaprow


“18 Happenings en 6 partes”



En su innovador happening, presentado en la Galería Reuben en Nueva York, durante el otoño de 1959, Kaprow sintetizó su entrenamiento como “action painter” con su estudio sobre los eventos performáticos y anotados de John Cage. Trabajando a partir de un score cuidadosamente concebido y ajustadamente guionizado, creó un ambiente interactivo que manipuló al público, a un grado sin precedentes en el arte del siglo XX. El público obtuvo unos programas y tres cartas engrapadas, mismas que proporcionaban instrucciones para su participación: “El performance está dividido en seis partes…Cada parte contiene tres happenings que ocurren al mismo tiempo. El comienzo y el final de cada uno se señalarán con una campanada. Al final de la performance se escucharán dos campanadas…No habrán aplausos después de cada serie, pero puedes aplaudir después de la sexta serie si así lo deseas.” Estas instrucciones también estipulaban cuándo los miembros del público se les requería cambiar de asientos y moverse a los siguientes tres cuartos en los que estaba dividida la galería.





Estos cuartos estaban formados por unas sábanas de plástico semitransparente, pintadas y con collages que hacían referencia a la obra previa de Kaprow; por paneles en los cuales se pintaron palabras, y por hileras de fruta de plástico. (…) Al contrario de Cage, cuya invitación a que participara el público estaba motivada por su deseo de renunciar al control autorial, los miembros del público en muchas de las obras de Kaprow se convertían en utilería, a través de la cual operaba la visión del artista.”





(fuente: Paul Schimmel, «Leap into the Void: Performance and the Object», in: Out of Actions: between performance and the object, 1949–1979, MoCA Los Angeles, New York/London, 1998, pp.61f.)




Allan Kaprow: La cola meneando al perro[*]



La cola meneando al perro





Yo y un amigo, el músico Jean-Charles Francois, un año realizamos eventos pequeños para nosotros mismos para proporcionarnos algún tipo de diversión de nuestros deberes administrativos en la universidad. Los ejecutamos juntos, normalmente sólo los dos, a veces con una o dos personas más. Éste en particular tenía que ver con que nosotros fuéramos a las colinas detrás de Del Mar (California). La idea es que uno de nosotros siguiera al otro sin decir una palabra, sin importar a dónde iba. En la práctica, ya que el líder pasaría por encima de piedras, rodeando cactus y por arriba y por debajo de barrancos, la duración y posición relativa de la sombra cambiaba. En ocasiones, estaba enfrente del líder, si es que estaba alejándose del sol. En ese caso era un poquito complicado; el seguidor tenía que caminar al revés para mantener la sombra a la vista y para hacer un cambio súbito mientras el líder giraba en dirección distinta. El líder, en teoría, no tenía obligaciones para con el seguidor.





En ciertos momentos, por ejemplo, cuando caminaba por un barranco, la sombra se acortaría por el ángulo en la tierra. Entonces, nos encontraríamos casi encima el uno del otro, nuestros zapatos tocándose. Cuando el seguidor perdía contacto con la sombra (como sucedía frecuentemente), fuertemente golpearía dos piedras que sostenía en sus manos. Ese sonido por sí solo marcaba el momento en que cambiábamos de posición: el seguidor se convertía en el líder. Pero claro, ya que el contacto se perdía tantas veces, y nuestras direcciones no dejaban de cambiar, todo se volvió poco claro, en cuando a quién era qué. No obstante, todo era muy formalmente ejecutado.





Me gustaría imaginar un tiempo en que La cola meneando al Perro pudiera vivirse y discutirse por fuera de las artes y su miríada de historias y expectativas. Sería un alivio descartar la piadosa legitimación que automáticamente acompaña a todo lo que se llama arte; y evitar la tonta obligación de llenar la expectativa del arte como reclamadora de valores supremos. (El arte salva al mundo, o por lo menos al artista.) Las artes no son malas; es la manera sobreinflada como pensamos en ellas que las han hecho tan irreales. Para actividades como La cola meneando al Perro, las artes son mayormente irrelevantes y causan una innecesaria confusión.



Lo que de hecho es relevante, es el involucramiento directo y físico de aquellos que optan por hacer un evento como el descrito arriba. El significado es experimentado en el cuerpo, y la mente entra en juego por medio de las sensaciones del cuerpo. Esto es cada vez más difícil para los occidentales, quienes han separado sus cuerpos de sus mentes. Pero si se acepta la dificultad, su valor es crucial. El valor es lo que para los occidentales es inclinarse a la acción. No se beneficia de la asociación con Rembrandt o la Performance (que es una forma convencional de teatro).



Pero en el futuro previsible, un completo desprendimiento de la cultura del arte sería muy difícil. (Por ejemplo, este escrito aparece en periódicos sobre arte, no en un periódico sobre agricultura, el cual, aunque igualmente especializado que el del arte, tiene muchas menos pretensiones “espirituales”). Y además, como algunos lectores reconocen, La cola meneando al Perro emergió de los experimentos secularizantes del arte de avanzada de la década de los cincuenta y sesenta. Puede perder su parentesco tan rápidamente. Lo mejor que puede esperarse es que ese desánimo gradual en torno a su conexión con el arte naturalmente ocurrirá conforme aparezca, correctamente, cada vez menos y menos importante.




De modo que, por ahora, tiene que lidiarse con esta conexión, por lo menos para señalar las confusiones más obvias. Existen ciertas condiciones que tomamos por alto en las artes, que son llevadas sin duda alguna hacia la actividad participante, normalmente por aquellos que nunca han formado parte de ello pero han escuchado al respecto. Las comparaciones con el anti-arte, con Dada, con el arte total vía Richard Wagner, son llamados en un esfuerzo por absorberlo en cánones modernistas tradicionales. Mientras que éstos no se encuentran por completo fuera del tema históricamente, se ha vuelto algo muy distinto hoy en día. De modo que, mientras he escrito acerca de algunos de estos problemas anteriormente, espero que pueda nombrar estas suposiciones más particularmente aquí, si ayudará a disipar algunos de los malentendidos que rodean este tipo de actividad. Existen diez.



Supuesto 1. La actividad participativa es como todo el arte: es presentacional. No lo es. No hay un producto que se ofrezca al mundo, como una obra teatral, una cinta de video, una pieza de música, etc.


Supuesto 2. La actividad participativa tiene un público al que se toma en cuenta, quienes forman parte de o se mantienen distanciados, así como la pintura, o una obra de teatro, etc… tiene un público. No es así. Sólo hay partícipes en un programa generalmente planeado. Claro, pueden atenderse a ellos mismos, como lo hacen los jugadores de cartas, o como lo hacen los jugadores en un equipo de básquetbol; pero ver y escuchar mientras se hace es muy distinto a las observaciones especializadas de un público físicamente pasivo (sólo la mente está despierta para un público tradicional, en el mejor de los casos; y no es responsable del trabajo. Sólo puede juzgar).



Supuesto 3. La actividad participativa ocurre en galerías, escenarios, salas de concierto, encuentros literarios, iglesias, exhibiciones públicas y plazas, etc. No es así. En vez de ello, esto se encuentra activo en cualquier lugar: en los estómagos, o en las carreteras, o en un montículo de abono, a través de máquinas de Fax, o en el área de trabajo. Pueden ser muchos lugares juntos, o a partir de una secuencia; algunos planeados, otros al azar; o alternativamente, espacios que se mueven como si en un avión; y espacios que existen en la mente.



Supuesto 4. La actividad participativa, como todo arte, se somete al estándar de una sola ocasión (la exhibición de tres semanas en una galería, el concierto u obra de teatro de dos horas, la cinta de cuarenta y cinco minutos…normalmente durante las noches, después de la cena). No es así. No tiene ni un comienzo ni un final definitivos. Más bien, el tiempo, siendo mayormente real, y por lo tanto variable y discontinuo, es el tiempo que se necesita para cosechar tomates, el tiempo que duran las llamadas telefónicas, un minuto aquí, un año allá…El tiempo a veces se pierde, y parte de la actividad puede ser la de buscarlo. Siempre es concreto.



Supuesto 5. La actividad participativa tiene una identidad distintiva, puedes señalarla como una pintura, un poema, una iglesia, una obra de teatro. No es así. La mayoría del tiempo, sólo los participantes sabrían qué está pasando; e incluso entonces, parecería ser otro aspecto de la vida ordinaria. Si veo a una mujer peinándose en el espejo de un carro, ¿cómo sé que ella está o no está participando en un evento?



Supuesto 6. La actividad participativa puede ser juzgada como todo el arte, esto es, como el teatro o la Performance. No puede. Será valorada no por su excelencia estética ni por sus buenas intenciones para mejorar al mundo. Pero los participantes no dan por vencidos los juicios; sus preguntas simplemente son dirigidas a otros aspectos de la vida: deshacerse de los caracoles en el jardín de vegetales sin usar veneno, encontrar una pareja decente, examinar las pelusas en el bolsillo de un viejo saco…



Supuesto 7. La actividad participativa, como las obras de teatro, los conciertos, las Performances, tienen cintas y otra documentación que se deja de lado para informar a otros de lo ocurrido. Normalmente no sucede así. Los eventos pueden ser o muy discretos como para ser documentos significativos, o se dispersan en tiempos y lugares que no pueden seguirse. Y hay problemas en la “performance” frente a una cámara o cinta de grabación, y por lo tanto ante un público. En vez de ello, el chismorreo sin planear es una manera de contar historias sobre una actividad si quisieras hacerlo. Pero podrías no hacerlo…



Supuesto 8. La actividad participativa, como todo arte, tiene un sentido determinado, un propósito elevado, aun cuando sea encubierto. No es así. Puede interpretarse de maneras inconcluyentes.



Supuesto 9. La actividad participativa, como el arte verdadero, puede convertirse en una carrera que lleve a la fama y la fortuna. Probablemente no pueda. Si no parece arte; ocurre en lugares lejos de ser honrosos, y en tiempos no medidos y no señalados; no deja casi nada a la posteridad, --¿porqué el mundo debería prestar atención, mucho menos pagar dinero?



Supuesto 10. La actividad participativa, aunque poco conocida hoy en día, un día será reconocida como un género artístico respetable. No, porque no es arte. Y si se convierte en arte, será solamente una chiste con desenlace absurdo.

[*] Publicado por vez primera en The ACT -- Performance Art Journal

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