El
modo artístico de la Revolución:
de la gentrificación* a la ocupación
Por Martha
Rosler
Una
discusión sobre las luchas, los éxodos y las reapropiaciones del trabajo
cognitivo, especialmente en el campo de las artes visuales, y especialmente
cuando se toma como la principal arista de la “clase creativa,” aunque es
críticamente importante, se halla estimulada por las extendidas e incluso
mundiales demostraciones y ocupaciones públicas del año pasado, de este año y
quizá del próximo. Me gustaría revisitar la tesis sobre la clase creativa que
he explorado aquí en una serie reciente de ensayos, para poder enmarcar mis
planteamientos a la luz de estas ocupaciones, y para hacer algunas
observaciones sobre la relación entre artistas, el posicionamiento de la clase
creativa y el movimiento Occupy.1
Aun
antes de que “la multitud” se convirtiera en una piedra de toque común para los
sueños de la revolución, tuvimos, famosamente, el antecedente de Seattle 1999,
cuando las protestas anti-corporativas reunieron a los ambientalistas y a los
activistas comunitarios con el trabajo organizado para bloquear el encuentro de
la Organización Mundial del Comercio, un escenario repetido en locaciones
múltiples en varios países en los años siguientes.2 No es noticia
que estos procesos que caen bajo el nombre de globalización, los cuales se
centran en los flujos de capital de bienes y de trabajo, crean una unidad que
no siempre sirve los intereses del capital o los capitalistas.
Nouriel Roubini, canalizando a Marx, escribió en
“La inestabilidad de la desigualdad” que “un capitalismo no regulado puede
llevar a brotes regulares de capacidad saturada, una baja en el consumo y la
recurrencia de crisis financieras destructivas, impulsadas por burbujas de
crédito y los las explosiones y caídas en el precio de los activos.”3
Roubini nos está
diciendo que el capitalismo tiende hacia los colapsos catastróficos –lo cual no
es noticia. Pero el punto es que el neoliberalismo y su financialización
desenfrenada han creado un capitalismo que se come a sus jóvenes. Roubini pasa
a recordarnos a sus lectores que incluso antes de la Gran Depresión, la
burguesía ilustrada se dio cuenta que las protecciones a los trabajadores y un
sistema redistributivo que proveyera de “bienes públicos, tales como la
educación, la salud y la seguridad social” eran necesarios para prevenir la
revolución.4
Roubini nos declara,
adicionalmente, que el estado benefactor moderno surgió de una necesidad,
posterior a la Depresión, de una estabilización macroeconómica, la cual
requería del “mantenimiento de una clase media grande, ampliando la provisión
de los bienes públicos por medio de un sistema tributario progresivo, y
fomentando la oportunidad económica para todos”; pero todo esto se cayó durante
la masiva desregulación en la época de Reagan-Thatcher, la cual Roubini –que no
era marxista, después de todo—rastrea en parte hasta “las fallas en el modelo
de bienestar social europeo…reflejado en déficits fiscales profundos,
exacerbaciones reguladoras y una falta de dinamismo económico.”5
Roubinin, a diferencia de la mayoría, llega a proclamar que el fracaso
de este “modelo económico anglo-americano” que acoge las políticas económicas
que incrementan la desigualdad y crean una brecha entre ingresos y
aspiraciones, acompañado de la liberalización del crédito de consumo y por lo
tanto elevando la deuda del consumidor, así como la deuda pública debido a una
disminución de la recaudación de impuestos, todo lo cual es entonces seguido
por las medidas contraproductivas de austeridad. Este es precisamente el modelo
financiero que tomó la imaginación e impulsó las políticas de las élites
gobernantes del anterior bloque del Este, muchos de los cuales, al implementar
las medidas de austeridad prescritas, están destruyendo a sus clases medias
presentes y futuras (ver Latvia),6 así como la Gran Bretaña neo-thatcheriana.7
En los Estados
Unidos, Citibank, que requirió de dos rescates gubernamentales después de la
crisis financiera de 2008, presentó ganancias trimestrales récord, de 3.8 mil
millones de dólares en el otoño de 2011, un incremento del 74%, por encima del
trimestre anterior, mientras que su CEO, Vikram Pandit, expresó su simpatía
hacia los protestantes de Occupy Wall
Street y se ofreció a reunirse con ellos.8
Las constantes
ocupaciones alrededor del mundo, que han tomado inspiración de los
levantamientos alrededor del mundo árabe en 2011, son impulsados por la
frustración de la joven y educada clase media –en el caso de Arabia, una clase
bastante reciente, confrontando sociedades controladas por élites enormemente
ricas pero con pocas esperanzas de un futuro seguro para ellos, a pesar de sus
educaciones universitarias. Estas son sociedades que no han hecho un esfuerzo
por crear un bienestar social moderno o incluso estados neoliberales, ni por
controlar la corrupción, la indiferencia burocrática, y un nepotismo flagrante,
ni por instituir más que la apariencia de un gobierno democrático. Los
protestantes en el mundo desarrollado están conscientes de compartir
condiciones que son funcionalmente muy similares.9
Dichas protestas –como la de Francia en 2006, que
vieron una movilización extendida en contra de la “precarización”
(alternamente, precaritización), así como los posteriores levantamientos en los
banlieues de París e Inglaterra en
agosto de 2011—también reflejan el coraje de la juventud de clase trabajadora,
especialmente su furia en contra de la violencia policial racista. En el caso
inglés, estos jóvenes estaban allá afuera, destrozando y saqueando junto con
miembros jóvenes de la clase media. Algunos miembros de este segundo grupo se
habían movilizado meses antes –como los jóvenes chilenos lo siguen
haciendo—gracias a los devastadores incrementos de las cuotas de inscripción
impulsadas por la coalición de Tory/Demmócratas Liberales. Las protestas de
estos grupos, de estas clases, han sido incendiadas por el reconocimiento de
que muy probablemente no habrá empleo seguro para ellos, o quizás no habrá nada
de empleo.
Pero
la precarización no es una consecuencia necesaria de alguna forma particular de
trabajo.
La precarización
ahora se une a la mecanización (el remplazo de trabajadores por máquinas), la
deslocalización (la búsqueda mundial que hace el capital por encontrar la
fuerza de trabajo y las legislaciones ambientales más débiles), y la
financialización (el mantenimiento de un valor de exceso en la bolsa de valores,
contrario al valor excedente extraído de la manufactura) como una de las
grandes estrategias usadas para restaurar la ganancia desde finales de los
sesenta. Estas estrategias suplementan los asaltos más notables al estado
benefactor y los derechos de los trabajadores.10 Muchos de los estudiantes que protestan y los jóvenes postgraduados,
por su parte, se estaban preparando para trabajos en lo que hemos venido a
llamar las industrias del conocimiento, o más recientemente las industrias
creativas, una rama de la anterior.
1. La Universidad como Motor, los modos de vida convertidos en estilos
Dejen me regreso un
poco, hacia la consolidación de este sector en la recién llegada era de la
información a principios de los sesenta. Clark Kerr, economista laboral, primer
canciller del campus élite de la Universidad de California en Berkeley, y entonces
presidente de todo el sistema UC, vio a la universidad como un sitio para la
producción de trabajadores del conocimiento. En 1960, supervisó la creación de
un expansivo Plan Maestro para el crecimiento hacia el siglo XXI, que
armonizaba con las instituciones de educación superior de los estados y las
organizó en tres niveles: universidades de investigación, colegios estatales y
los “junior college” de dos años (que ahora llamamos “colegios comunitarios”).
Este plan “punto de referencia” reconoció una necesidad por unificar el
entrenamiento y administración de todo el sector de conocimiento, desde las
élites hasta las clases trabajadoras, en un mundo políticamente dividido. Kerr
llamó a la universidad un “instrumento primordial de propósito nacional,” y visualizó
a la “industria del conocimiento” (su término) como algo que eventualmente
suplantará a las industrias que rodean los nuevos modos de transporte –los
ferrocarriles en el siglo XIX y los automóviles en el siglo XX—para unificar a
la nación, actuando como su cabecera económica, y sirviendo como motor del
dominio estadounidense.
El movimiento de protesta estudiantil fundacional de los sesenta, el Free Speech Movement, originado en
Berkeley, fue detonado en parte por las políticas y metas educativas y
gerenciales de Kerr. Fue un movimiento de un sector líder de la clase media,
destinados a convertirse en los trabajadores élite de las nuevas industrias del
conocimiento, si no es que sus líderes. Irónicamente, hoy en día el sistema UC
se encuentra casi en la quiebra, confirmando el uso ejemplar de los campus
universitarios que hace el diccionario de Apple, al definir la condición de
liderazgo de manadas (trad. de bellwether),
como “los campus universitarios son muchas veces el bellwether del cambio.”11
Por el contrario,
podría decirse que la subcultura punk británica de los setenta fue una
respuesta de la clase trabajadora a un futuro disminuido, a pesar de que sus
raíces pueden rastrearse hasta las escuelas de arte, que de cualquier forma se
trataba de un nuevo depósito experimental para los inadaptados de las clases
trabajadoras. Como lo describe Dick Hebdige,
A
pesar de garantías confiables tanto de los políticos laborales como los
conservadores… de que “nunca lo habíamos tenido tan bien,” la clase se negó a
desaparecer. Las maneras como esta clase fue vivida, sin embargo, las formas en las cuales la experiencia de
clase encontró expresión en la cultura, sí cambiaron de manera dramática. La
llegada de los mass media, los
cambios en la constitución de la familia, en la organización de la escuela y el
trabajo, cambia en el estatus relativo del trabajo y el ocio, todos servidos
para fragmentar y polarizar a la comunidad de la clase trabajadora, produciendo
una serie de discursos marginales, dentro de los amplios confines de la
experiencia de clase.12
El punk era anti-mercantil y anti-corporativo, y
siguió una táctica de feificación y
automutilación, una respuesta de fuck you
a la cultura burguesa; el hecho de que fue rápidamente mercantilizado y
fuertemente promovido en la industria de la música no estaba en discusión…hasta
que, por lo menos, se convirtió en el punto a discutir. Para las generaciones
posteriores a los setenta, las políticas de los estilos de vida se volvieron
casi indistintos ya sea de las políticas de la vida cotidiana, y ese marco de
referencia ahora se ha expandido alrededor del mundo.
De hecho, el estilo de vida ha sido intensamente desarrollado como un
punto mayor de marketing para bienes de consumo. En un preciado dato de
análisis de marketing de estilo de vida ofrecido en 1984 (cuando la idea era
nueva), Theodore Levitt, profesor de administración de negocios y marketing en
Harvard, comentó sobre el fracaso de la corporación Hoover para vender sus
lavadoras en Europa: “le preguntaba a las personas qué detalles querían en una
lavadora, en vez de preguntarles qué querían de la vida.”13 Levitt, editor del Harvard
Business Review, recibe el crédito por popularizar el término
“globalización.” En The Marketing
Imagination, su bestseller de 1993, Levitt señaló que como resultado de la
expansión de los medios en todo el mundo, los Estados Unidos estuvo en la
posición única de comercializar sus bienes en todas partes, haciendo que sus
bienes “high touch” –los jeans y la
Coca-Cola—justo al lado de los bienes “high tech” (e integralmente, junto con
ellos, el americanismo y el idioma inglés) se convirtieran en las posesiones
más deseables del mundo.
Una fuerza
poderosa impulsa al mundo hacia un sitio común de convergencia, y esa fuerza es
la tecnología…Casi todo mundo en todas partes quiere todas las cosas de las que
ha escuchado, visto o experimentado por medio de las nuevas tecnologías.
En resumen, sin decirlo pero simplemente colocándolo bajo el dominio de
la “imaginación,” Levitt define la nueva clave para el dominio del marketing
como una subordinación al mayoreo de las afirmaciones de los productos
nacionales, en torno a un modelado psicológico bernaysiano, que viene siendo la
base del marketing de estilo de vida. Levitt se refiere a la homogenización
como los medios y como el resultado de la globalización.14 Distingue a las multinacionales de las corporaciones globales más
avanzadas, las cuales, nos dice,
[V]ende
productos estandarizados de la misma manera en todas partes –autos, acero,
químicos, petróleo, cemento, mercancías y equipo agrícola, construcción
industrial y comercial, servicios bancarios y de seguro, conputadoras,
semiconductores, transporte, instrumentos electrónicos, productos farmacéuticos
y telecomunicaciones, para mencionar algunos de los más obvios.
Al paso de treinta años, hemos colocado muchas de estas categorías de
esta mescolanza de Levitt bajo la rúbrica de las industrias del conocimiento,
incluyendo el manejo de una producción industrial fordista (de “autos, acero,
químicos, petróleo, cemento, mercancías y equipo agrícola…computadoras,
semiconductores…instrumentos electrónicos, productos farmacéuticos”). Con el
paso de treinta años, la política de
los estilos de vida, tanto como unificador y diferenciador, ayudan a determinar
cómo vivimos o se supone que debemos de vivir. Las personas forman alianzas
basadas en gusto, por encima de todo, por medio del tribalismo de la
apariencia-como-identidad. Los conjuntos de estilos de vida comercializable
incluyen no sólo posesiones sino personas, logros e hijos, y tienden a ser
caros de adquirir y de mantener. El punk es ahora otra opción de estilo de
vida, no obstante un estilo romántico urbano. Junto con el gótico y otras maneras de vida asociadas con el East Village de
Nueva York, el punk también ofrece el uniforme preferido para los malcontentos
en los centros comerciales suburbanos y de pueblos chicos, mientras que el
estilo “bronxesco, del hip hop, popular en todo el mundo, hace lo mismo para
las clases trabajadoras de color. En esta taxonomía, el hipsterismo es el estilo de vida de los artistoides –el triunfo de
la superficie por encima de la sustancia—y es una consecuencia directa de la
fácil disponibilidad de los bienes culturales por medios tecnológicos.
Pero hay veces en las
que la profesionalización del entrenamiento en artes en los colegios y
universidades, combinado con la captura y branding
de iniciativas dirigidas por artistas –las que solían encontrarse por fuera del
ámbito de las instituciones de arte—puede ampliar la red social y el
vocabulario de la acción. Es un lugar común que en una economía postindustrial,
prácticamente todo el trabajo cae en cierto sentido bajo el ámbito del
comportamiento de lenguaje y simbólico. Ciertamente, todos los productos
culturales son aplanados para convertirlos en “información,” mezclando
escritura, investigación, entretenimiento y, claro, arte. La recepción popular
del arte y su público enormemente expandido han permitido, en la actualidad,
una visibilidad mutua entre artistas y otros grupos de subempleados, ambos
educados e infraeducados. O quizás más directamente, al buscar una serie de
textos maestros, el recién profesionalizado discurso de la producción artística
establecido sobre teorías continentales [léase occidentales] de capital
estetizado. ¿Cómo más poder explicar la posición peculiar de los artistas que
se encuentran en o cercanos a la vanguardia de la organización capitalista? Por
lo tanto, incluso si la tendencia puede ser hacia la profesionalización y
aburguesamiento de los artistas, junto con otros miembros del sector simbólico,
cuando el futuro choque con pared, esas ideas y alianzas in potentia pueden tener consecuencias revolucionarias. Los
artistas y grupos dirigidos por artistas, y otros que pertenecen a la
demografía de la clase creativa –que muchas veces se traslapa con el grupo de
aquellos que se identifican como activistas orgánicos, ya sea o no que hallan
estado en escuelas de arte—han estado en el centro de instituir y vigorizar
estratégicamente el movimiento de Occupy Wall Street en el Parque Zucotti de
Nueva York –renombrado Liberty Park.16
Un modo de vida que
depende de la virtud y del bien vivir secular, tal y como se vende a una
generación que creció con campañas escolares y mediáticas que promueven la
responsabilidad cívica y la moralidad –como Just
Say No to Drugs,17 y Save the Earth—es sin duda más posible que sea adoptado por
graduados urbanos de escuelas de arte que cualquier otro grupo demográfico.
Estos son jóvenes profesionistas urbanos, quizás, pero no son los “yuppies” del
pasado (aunque me interesa descubrir que este término ha vuelto). Estos últimos
fueron abogados con grandes salarios, jefes de agencias publicitarias y
editores de revistas, mientras que estos nuevos jóvenes profesionistas son
trabajadores de segundos niveles y wannabes
de su campo. La vida citadina atrae a los miembros de estas industrias, que en
sí mismas están conformadas por redes de tiendas pequeñas que se benefician de
las relaciones cara a cara y la excitación del entorno urbano.
2. La nueva Ciudad Creativa
Esta ola de
preferencia renovada por la ciudad puede rastrearse hasta el boom económico de
la postguerra en las democracias industriales de occidente –estoy viendo a los
Estados Unidos—lo cual llevó a la creciente afluencia de la clase media.
Inmediatamente después de la guerra, muchos moradores de las ciudades, habiendo
obtenido un nivel de seguridad financiera, migraron a pueblos pequeños y
suburbios recientemente construidos, ocasionando un encogimiento urbano.17 Un efecto de este despoblamiento fue la evacuación de muchos centros de
negocios y el fracaso de muchas industrias urbanas. Pero la dirección de la
migración comenzó a revertirse conforme los hijos aburridos de la clase media
suburbana (junto con los gerentes corporativos y los recién definidos yuppies)
fueron atraídos por los placeres organizados de la vida citadina, a no decir de
los museos y teatros, así como la vertiginosa mezcla de anonimidad, comunidad,
diversidad y posibilidad que llena al imaginario urbano. Para señalar lo obvio,
la atrofiante y homogénea experiencia de la vida en los suburbios, con sus
centros comerciales idénticos y sus puestos de comida rápida, no ofrece mucho
al creativo en potencia, en cuanto a una formación de identidad; y en la medida
que lo local existe hoy en día, se encuentra ya sea en la ciudad o en los
pueblos rurales, no en los encercados suburbios.
Esta repoblación y
transformación de las ciudades –desde espacios carentes de tiendas y de
manufactura, hambrientos de recursos, y habitados por personas pobres y de
clase trabajadora, o moradores que viven en un casonas de precario
mantenimiento, a convertirse en espacios de deseo clasemediero, compras de alto
nivel y entretenimiento—tomó por lo menos una generación entera. También
requirió del esfuerzo concertado de los líderes de las ciudades. El distrito de
Soho en Nueva York y el East Village sirvieron como ejemplo, para finales de
los setenta, de que la transformación de viejos almacenes y de distritos
vecinales decadentes en bienes raíces de valor podría lograrse al permitir a
los artistas a vivir y trabajar en ellos –en el peor de los casos, el gobierno
de la ciudad reconoció o se identificó con dichas personas y comprendió sus
necesidades. Aquellos dirigentes electos que pudieran, en una era previa,
apoyar el trabajo organizado, descubrieron que dichas circunscripciones estaban
desapareciendo. Los artistas, además, no se organizarían ni harían difícil la
vida para los gobiernos en turno. En las siguientes décadas, el modelo de Soho
se volvió paradigmático para las ciudades alrededor del mundo. (Otra táctica
popular fue la de atraer a pequeñas tiendas industriales, sobre todo de alta
tecnología). Pero no importa qué tanto las artes (sean las artes escénicas o
las artes visuales institucionalizadas en los museos) habían sido consideradas
en algunas ciudades como motor económico, ese remedio no es aplicable en todas
partes, y no todas las ciudades han logrado ser un imán para las artes. Se
requirió una nueva teoría urbana.18
La utilidad cívica de
la juventud educada pero muchas veces económicamente marginada, se popularizó
por primera vez por un joven profesor de planificación urbana en la Universidad
Carnegie-Mellon de Pittsburgh. Lo que el profesor Richard Florida vio a su
alrededor en esa ciudad en decadencia fue vecindarios que se volvieron
acogedores y atractivos por los esfuerzos de los recién graduados, que
comenzaron a establecer cafeterías y pequeños negocios en locaciones de bajo
arrendamiento. El entorno amigable para los clientes –amigable para los
clientes de la clase media—enfatizó los gustos compartidos que pasaban de
generación en generación desde mediados de los sesenta, por medio de las escuelas,
la música, el cine y las revistas, gustos que definen un nicho particular entre
la clase media educada y profesionista. Elementos
de lo que podría verse irónicamente como virtud suburbana, desde el reciclaje
hasta la jardinería hasta las artes y oficios (quizás rescatados de la
tradición de los Edenes de los pueblos chicos, por parte de las nostálgicas
revistas de estilo de vida), ahora estaban siendo traídos de vuelta a los
barrios de las ciudades decadentes.
El professor Florida desarrolló una nueva teoría,
basada en la venta de estos montones de jóvenes generalmente desempleados –así
como categorías subculturales como los gays, que también tendían a congregarse
en lo que solían llamarse barrios bohemios—a planificadores urbanos como un
remedio seguro para el desuso urbano. (O aparentemente
vendiéndolo, ya que aquí entra en colación una táctica de engatusamiento.) Su
libro, The Rise of the Creative Class:
And How It’s Transforming Work, Leisure, Community, and Everyday Life,
ofreció un giro habilidoso de evengelización de negocios, creando una nueva
manera pegajosa de pensar en el marketing de las ciudades como marketing de
estilos de vida –como lo ha hecho Theodore Levitt para el marketing de marca—y
arrojando una vía de salvamento para los administradores de ciudades en
situación desesperada.19 Con este análisis aparentemente
sistemático, Florida convirtió a su popular libro en un nuevo trabajo y una
carrera como consultor. Es ahora el jefe del Martin Prosperity Institute en la
Universidad de Toronto, y es consultor de ciudades, corporaciones, museos y
organizaciones sin fines de lucro alrededor del mundo. La prosperidad, como el
encantador nombre de Florida, es una palabra clave. Su página en la web dice:
El Grupo de la
Clase Creativa (Creative Class Group) es un servicio de asesoría boutique,
compuesto por investigadores, especialistas de comunicación y asesores de
negocios. El CCG combina un enfoque innovador de pensamiento de liderazgo
global así como estrategias comprobadas que ofrecen a los clientes en todo el
mundo la inteligencia de marketing crítica para la competitividad y una mayor
prosperidad económica.20
Me he referido a la tesis de la “clase creativa” en una serie de
artículos; aquí ofrezco una versión sintetizada, para dar cuerpo al argumento.21 Existe cierta ironía al revisitar esta cuestión ahora, mientras el
descenso financiero a largo plazo ha arrojado algunas dudas sobre el atractivo
de una teorización sobre las clases creativas en las áreas que se encuentran
bajo presión financiera, pero la tesis ha tenido una década para reforzarse, y
así lo ha hecho.22 El análisis de Florida ha
sensibilizado a los administradores de las ciudades, al aparentar que promueven
la diversidad de maneras que muchas veces replican lo que ya está situado.
Muchos de los que han escudriñado sus datos han demostrado la insuficiencia de
sus análisis, y por lo tanto de sus conclusiones.23 Los críticos señalan que al depender de categorías censales estándar,
conjunta en la clase creativa a todos los trabajadores de las industrias del
conocimiento, desde los que se encuentran en call centers hasta los analistas de datos profesionales,
científicos y matemáticos –difícilmente artistas.24 Un consenso de sus conclusiones es que equivalen a la bien establecida
tesis del “capital humano” del desarrollo urbano colocado dentro de nuevos
marcos lingüísticos, y más destacadamente con el apodo de “creativo”
generosamente pasando por todos aquellos en las industrias del conocimiento. Un
grupo pequeño y pobre de moradores urbanos, los que ofrecen un consumo de
amabilidad y un ambiente local, se convierte en la cara de los otros miembros
de la agrupación del “núcleo de los supercreativos” de Florida, más grandes,
más ricos pero básicamente invisibles.25 En su juego de cubiletes, los creativos son definidos en un cubilete,
como las personas cuyo compromiso mental se encuentra en el corazón de tu
trabajo, y en otro cubilete, como
personas que saben cómo vivir agradable, decorativamente y barato, y aun en otro
cubilete, son vistos como primordialmente una agrupación económica de alto
ingreso y que paga impuestos. Ya que las políticas siguen a las prescripciones,
las personas de la clase trabajadora, inconveniente y pobremente ataviados son
marginados, empujados cada vez más hacia fuera de las ciudades o de los
suburbios, mientras que los recientemente reclamados precintos de las ciudades,
hay predilecciones burguesas –de rituales egocéntricos, mercantilizados y
mediados—que envuelven a todas las marcas de la vida, desde el nacimiento hasta
las fiestas premaritales, las bodas, los baby showers, nacimientos, bautizos,
comuniones e incluso muertes.
3. Los límites de la Creatividad, y del Liberalismo
Muchos críticos
fallan inocentemente en darse cuenta que Florida, como Clark Kerr, es un
social-liberal. Como la mayoría de los neoliberales, está allá afuera, en las
barricadas retóricas que abogan por la tolerancia, los subsidios y el derecho
de la clase creativa para realizar el trabajo de la clase patricia por una
pequeña o nula compensación. De una manera extraña, puede ser tomado como la
proyección colectiva de cierto ramo de la elite liberal. Los liberales son
felices cuando celebran a los artistas, o incluso mejor, a los “creativos,”
–ese grupo amorfo de cerveceros artesanales, panaderos, granjeros urbanos y
baristas—siempre y cuando sus festivales y celebraciones puedan ser auspiciados
por los bancos, las corporaciones y las fundaciones, y sus esfuerzos puedan ser
cívicamente etiquetados como una marca. Los institutos arquitectónicos tienen
reuniones y publican comunicados de prensa promoviendo a las ciudades
“vivibles.” Las instituciones de artes se benefician de la atención de las
agencias gubernamentales y las fundaciones, pero los costos también vale la
pena considerar.
Los artistas, de
antemano siendo cómplices (a sabiendas o sin saberlo) en la renegociación del
significado urbano para las elites, fueron llamados a entrar en la gerencia
social. Las concesiones de bienes raíces se han extendido desde hace tiempo a
los artistas y pequeñas organizaciones sin fines de lucro, con la esperanza de
mejorar el atractivo de vecindarios “de próxima inauguración,” llevándolos de
vuelta a las rentas de alto costo. La prominencia del arte y la “artisticidad”
permite a los museos y a los grupos de arquitectos, así como a los grupos de
artistas, artistas y administradores de las artes y de pequeñas organizaciones
independientes, insertarse en la conversación sobre las modas cívicas.
Los artistas difícilmente están poco conscientes de
su posicionamiento en las elites urbanas, desde los intereses municipales y de
bienes raíces hasta los coleccionistas de primer nivel y los miembros de las
juntas de gobierno de los museos. Irónicamente, quizás, este también es el
momento en el que el compromiso social por parte de los artistas es una
modalidad cada vez más viable, dentro del mundo del arte. Y los jóvenes
curadores se especializan en proyectos de práctica social. Muchos artistas han
ido a la escuela con la esperanza de que su producción sea mercadeable y muchas
veces, por lo tanto, incurren en una deuda pesada. Las escuelas se han
convertido cada vez más en los gerentes y formadores de desarrollo artístico;
por otro lado, preparan a los artistas para entrar al mercado de arte, y por el
otro, por medio de las áreas de la “práctica pública” y la “práctica social,”
moldean las restricciones disciplinarias de un arte que podría considerarse
como un aparato menor de gobierno. Estos programas son seminarios seculares de
“nuevas formas de activismo, prácticas comunitarias, organización alternativa y
liderazgo participativo en las artes” que exploran “toda la serie de vínculos
entre el arte y la sociedad para examinar las maneras en que los artistas…se
involucran en temas cívicos, articulan su voz en el ámbito público.”26
Si vemos nuevamente a
los Estados Unidos –pero no sólo aquí—las instituciones de arte y de
arquitectura están muy complacidos de ser involucrados en la marea de la
planeación urbana por parte de la clase creativa. BMW, distintivamente de la
vieja economía, y fabricante de vehículos de lujo, se ha unido con el Museo
Guggenheim para crear un “laboratorio móvil que viaja alrededor del mundo para
inspirar ideas innovadoras para la vida urbana,” atados a los nombres de algún
artista y arquitecto de alto perfil.27 El “Laboratorio” une firmemente a la corporación, al museo, a la
arquitectura, el arte y el entretenimiento para el aburguesamiento de las
ciudades. La ciudadanía urbana ha sustituido a otras formas de santificación
para los llamados ciudadanos corporativos. Por cierto, a todos les gustan las
bicicletas. Así como al Omnibus Urbano –al cual también le gusta “el arte como
activador urbano.”
El Urban Omnibus es un proyecto en línea,
del reconocido Architectural League
de Nueva York, y está financiado por fundaciones, la ciudad de Nueva York y el
gobierno federal.28 Su presentación más reciente,
“Civic Action: A Vision for Long Island City,” describe una nueva empresa,
desarrollada por dos museos de arte contemporáneo locales, que “invita a
equipos liderados por artistas, para proponer visiones para el futuro de la de
Long Island City,” un vecindario en el distrito de Queens, NY, que es ahora una
ruina postindustrial con nuevos desarrollos residenciales de primer nivel en
los muelles. Otra sección, “Making Room,” es un proyecto de investigación,
diseño y defensa, para condicionar el valor de la vivienda en Nueva York, para
aludir a las necesidades cambiantes de cómo vivimos hoy en día.”29 Mientras escribo esto, en marzo de 2012, hay un proyecto en el sitio,
en el cual un escritor independiente describe la casa abierta en una cárcel
recientemente renovada. El Brooklin House
of Detention, un evento diseñado para aplacar a los nuevos vecinos de que
todo va estar bien.30 Aquí estoy usando al Laboratorio
y al Urban Omnibus para representar
la diversidad de esfuerzos de las agencias de las ciudades y las instituciones
elite –así como algunas autónomas o aquellas unidas a universidades públicas
que aun siguen un camino no corporativo, para adoptar la ahora naturalizada
creatividad y los memes aptos para
hipsters, presentados en términos de imaginación, diseño y defensa, así como en
algunos aspectos estoy usando el nombre de Florida para representar la tesis de
la clase creativa que su trabajo ha ayudado a convertir en un idioma dominante
para las políticas.
La versión Florida
del modelo de transformación urbana de Soho, como les he planteado, no logra
capturar la agencia de los actores en sus escenarios transformativos. Así como
la ciencia ha sido vista en la mente capitalista como una piedra de toque
necesaria para la tecnología (un término de los negocios), la creatividad es
considerada como el ingrediente necesario para la “innovación.” Las clases
creativas que fueron construidas por Florida operan estrictamente dentro de la
visión de mundo pintada por el imaginario capitalista; incluso aquellos que no
son simplemente empleados en las firmas high
tech, se observa que instituyen pequeñas empresas y aprendiendo a ofrecer
servicios de retro boutique, que tiene ecos de las tiendas de vecindario en
Estados Unidos durante la preguerra, o incluso a los “proveedores” del siglo
XIX (próximamente, el camioncito del lechero) o las tiendas francesas o
italianas idealizadas en las ciudades y aldeas. No tienen agencia por fuera de
la aplicación de sus habilidades imaginativas para beneficio de los nuevos
ocupantes burgueses y la gente de bien. No tienen agencia con respecto a una
transformación política y social a gran escala. Es verdad que el modelo de
Florida no está estrictamente interesado en aquellos a quienes los lectores
actuales reconocen como artistas. Pero aquí, la imagen de la agencia es incluso
peor con respecto al mercado que artistas de valía social quienes directamente
servirán los intereses de la clientela internacional que habita en las alturas
de ingresos más rarificadas, un rol de servicios al cual una generación o dos
de artistas han sido entrenados a aspirar.
Pero esta no es la imagen de nosotros mismos que la mayoría de nosotros,
como artistas, curadores y críticos desean que se reconozca. Como otros
participantes en los movimientos que están ocurriendo alrededor del mundo, y
como los participantes en los anteriores, los artistas tienden a querer
prestarse a ellos mismos y a sus energías y habilidades para el mejoramiento
social y el sueño utópico, pero no necesariamente como participantes dentro de
los marcos institucionales autorizadas. La imaginación artística sigue soñando
en la agencia histórica. En un descenso económico extendido como el que vivimos
hoy en día, mientras que la tesis de la clase creativa está mostrando sus
limitaciones con respecto a la recuperación de las ciudades, se vuelve más
claro que los artistas y otros miembros de la comunidad del arte pertenecen a
la clase pan o no-nacional, cuya composición está forjada más allá de las
fronteras y cuyos miembros están inclinados, como exige el cliché, a pensar
globalmente y actuar localmente.
Los movimientos
políticos son perpetuamente atacados por acusaciones de nostalgia sesentera e
incluso Ludismo, como resultado del
antimodernismo de mucha de la contracultura de los sesenta. La gente de
izquierda son rutinariamente ridiculizados por la derecha, que los catalogan de
hippies mugrosos, y una vez que comenzaron las ocupaciones, la derecha no se
demoró en usar esta imagen para desacreditar a los ocupantes. Pero las
constelaciones de disenso han cambiado enormemente desde los sesenta. Si las
personas apuntan a separarse de la modernidad, lo hacen tomando como referencia
una gama distinta de teóricos occidentales, y sin el modelo de los tres mundos
de la contestación política, en la que el campesino atado a la tierra figuraba
fuertemente como ideal, o el nómada tribal para aquellos que no se inclinaron
por la revolución socialista. La revolución ahora parece más
anarcosindicalista, o quizás un comunista de concejo, que marxista-leninista. La
ciudad no es sólo el terreno a ser evacuado, ni tampoco el sitio de la
guerrilla; es un rompecabezas conceptual así como un campo de batalla en el
cual las apuestas son una guerra de clases en cámara lenta, y la agricultura es
llevada a la ciudad no por los soñadores con ropas fabricadas en casa, sino por
aquellos que podrían adoptar la vestimenta del arquitecto paisajista
profesional o el cuidador de abejas. Los “creativos” pueden traer a colación no
sólo una educación en diseño y en branding,
y muchas veces un conocimiento del agitprop
histórico y del performance callejero, sino también la habilidad para
trabajar con herramientas tecnológicas en investigación, diseño de estrategias
e implementación de acciones en espacios virtuales así como físicos.
Clasemedieros reales o funcionales, están en paz con los discursos y modos de
la tarea intelectual requerida en la educación superior. Oficio y habilidad son
envueltos en un marco que difiere significativamente de su comprensión
anterior; pero el rol hegemónico de las industrias del conocimiento y los
“dispositivos” de la producción y comunicación electrónica hacen que el marco
sea casi ubicuo.31 Los itinerarios muchas veces
flexibles de los artistas y de otros miembros de los sectores precarios de las
clases creativas/bohemias de Florida también les permite una libertad para
entrar y salir de campamentos y mítines, una habilidad para mezclar el tiempo y
los compromisos laborales que no es posible para todos.
Podemos ver a los activistas de la ocupación están
haciendo un reclamo, creando una presencia, estableciendo una nueva esfera
pública, exigiendo la reinstitución de la política al rehusarse a presentar las
demandas a los gobiernos representativos, y en cambio llevar la democracia a la
acción ellos mismos. (La democracia siempre ha sido parte de clase americana,
aunque normalmente combinada con un neoliberalismo –o neoimperialismo.) Mientras
que doy la bienvenida a lo nuevo, no puedo resistir señalar hacia lo viejo, no
hacia las demandas de autogobierno del siglo XVIII, dirigida por un grupo de
rebeldes coloniales burgueses en las colonias americanas, sino al Movimiento
Americano de Derechos Civiles y a uno de sus hijos, el movimiento estudiantil
de los sesenta, inspirado por el movimiento Free
Speech, antibélico y mundial, para el cual la democracia –la democracia
directa, sin representación—era una idea fundacional, por lo menos como el
grado cero del movimiento en los primeros años.32 En la actual iteración, las contribuciones de
artistas-celebridades, tales como Shepard Fairey (que se volvió famoso por su
cartel Obama/Hope de 2008) han sido
diplomáticamente acogidos pero están más allá del punto, ya que no es difícil
ver las ocupaciones en sí como grandes obras públicas de arte-proceso con un
cast de varios miles de personas.33 La vasta mayoría de los artistas –formando un
núcleo del ejército urbano de los mal pagados o los no pagados, cuyas
actividades tratan de aprovechar los acólitos de Florida—viven en un estado de
precariedad que puede llevarlos a buscar soluciones sociales de maneras novedosas
e inesperadas. Aquí es donde el llamado modo artístico de producción entra en
escena.
La socióloga urbana
Sharon Zukin, en 1982, identificó esta precariedad de la vida bohemia como una
de las cinco maneras principales en las que este modo artístico de producción
afecta al entorno urbano. Los otros incluyen la “manipulación de las formas
urbanas [y] la transferencia del espacio urbano desde el viejo mundo de la
industria al ‘nuevo’ mundo de las finanzas, o desde el ámbito de la actividad
económica productiva al de la actividad económica no productiva; expectativas
disminuidas sobre la provisión de vivienda que da como resultado la sustitución
de los tipos de alojamiento “bohemios” para la vivienda contemporánea; y,
finalmente, la función ideológica:
Mientras que el trabajo obrero se retira de la ciudad financiera, se
crea una imagen de que la economía de la ciudad ha llegado a un plano post-industrial.
En el peor de los casos, esto desplaza los temas del trabajo industrial hacia
otro territorio.34
Si la tesis de la clase creativa puede verse como una suerte de himno
para la armonía percibida entre los “creativos” y los financieros, junto con
los dirigentes de las ciudades y los intereses de bienes raíces, guiando a la
ciudad hacia la condición post-industrial, quizás las ocupaciones actuales, que
vienen de las bases, puedan verse como la erupción de un nuevo conjunto de temas
relacionados a un nuevo conjunto de relaciones sociales de producción. El modo
de producción, recordamos, incluye a las fuerzas de producción pero también a
sus relaciones, y cuando estas dos entran en conflicto, nace una crisis. Si la
tesis de la clase creativa puede verse como una especie de himno a la armonía
entre las fuerzas creativas de producción y las relaciones sociales urbanas que
las usarían para beneficio de las ciudades privadas de capital industrial,
quizá las ocupaciones actuales puedan verse como la llegada inevitable del
conflicto entre los creativos y la ciudad que los utiliza. Es interesante, en
este sentido, que el llamado de combate ha sido el de “Ocupar” (que hace eco
del mandato similar de Florida para gentrificar), esto es, ocupar espacio,
ocupar la imaginación social y política, y de una manera análoga a la manera
como los movimientos previos radicalizaron la libertad para convertirla en emancipación,
a república en democracia, e igualdad en justicia.
Florida dice gentrificar, nosotros decimos Ocupar.
Esto nos lleva al siguiente paso, que ahora viene en camino. Lo que han
hecho las ocupaciones es hacer que miembros de grupos distintos –los defensores
de los vecindarios, los grupos de derechos a los migrantes, grupos laborales de
la clase trabajadora, tanto organizados como no organizados, visibles los unos
ante los otros—y en la primera fase de Occupy los colocaron en alianzas
temporales. Son estas alianzas las que forman los núcleos de la ocupación del
presente y el futuro.
×
copyright e-flux 2011
* El término gentrificación refiere a los procesos de
inserción comercial y de vivienda en espacios urbanos que son “recuperados” económicamente
para elevar la plusvalía de la zona, lo cual trae como consecuencia el desalojo
de los habitantes que ya no podrán tener acceso a estos espacios, por
cuestiones económicas, proceso que ha traído una suerte de “aburguesamiento” de
zonas urbanas convertidas en sitios de moda o para la recreación y fomento de
“estilos de vida alternativos.”
1 Ver Martha Rosler, “Culture
Class: Art, Creativity, Urbanism” en e-flux
journal 21 *(Diciembre 2010, 1 parte): **(Febrero 2011, 2 parte): ***(Julio
2011, 3 parte).
2 El movimiento generalmente etiquetado como antiglobalización
es referido más apropiadamente por sus miembros y defensores como el movimiento
“alt-globalización,” o alguna variante de dicho término, y es anticorporativo
más que antiglobalización –aunque la globalización es un término derivado de
sus entusiastas; ver la discusión de Theodore Levitt, abajo.
3 Ver * y **. Roubin comienza este post de blog el 14 de
octubre de 2011, aludiendo a la “agitación social y política y la inestabilidad
alrededor del mundo, con masas de personas en las calles reales y virtuales:”
“La primavera en Arabia; disturbios en Londres; las protestas de las clases
medias en Israel, contra los altos precios de la vivienda, así como una
apretada inflación a los estándares de vida; los estudiantes chilenos en
protesta; la destrucción en Alemania de los autos caros de los ‘meros meros’;
el movimiento contra la corrupción en India; una creciente infelicidad con la
corrupción y la desigualdad en China; y ahora el movimiento ‘Occupy Wall
Street” en Nueva York y alrededor de los Estados Unidos.”
4 Me referí a este tema en un ensayo de 1981 sobre la fotografía
documental (“in, around and
afterthoughts: on documentary photography). Estaba señalando que las
imágenes ideológicas fueron empleadas en Estados Unidos, durante la Gran
Depresión, para movilizar los apoyos para los que vivían en pobreza extrema en
la aministración de Roosevelt, en el entendido de que aliviar el sufrimiento
prevendría una revuelta.
5 Roubini ibid. Uso a Roubini como una figura conveniente, ya
que uno podría citar de algunos otros economistas, particularmente Joseph
Stiglitz, Dean Baker y Paul Krugman del New
York Times, o Simon Johnson, anterior economista en jefe del FMI, para
subrayar los temores del ala izquierda-liberal de los economistas occidentales.
6 Latvia, un país báltico que (como los otros dos estados bálticos,
Estonia y Lituania), se liberó de la colapsada Unión Soviética a principios de
los noventa, es hasta el momento el ejemplo más preciso de este síndrome;
podría citar también a Islandia y posiblemente Grecia, España y Portugal el año
que viene –todos los cuales contrastan con el curso de Islandia (la economía
más pequeña de todas estas, pero no es miembro de la Eurozona), fue rápidamente
para rechazar cualquier término impuesto por las agencias financieras
internacionales, y en cambio demorando el pago de su deuda y persiguiendo a sus
principales banqueros para denunciarlos de fraude criminal. A principios de la
década del 2000, el gobierno centro-derecha de Latvia instituyó medidas
neoliberales agresivas, sobre todo para unirse al euro y escapar del dominio de
Rusia. Después de la crisis financiera de 2008, Latvia experimentó la caída
financiera más precipitosa de cualquier nación, perdiendo casi un cuarto de su
PIB en dos años. Su gobierno aplicó entonces una austeridad fiscal severa, incluyendo
el recorte de pensiones y salarios. La clase media en ciernes, en una historia
familiar, habían sido inducidos a comprar casas con créditos baratos, pero esta
deuda de hipoteca (que se debe mayormente a bancos suecos y alemanes) no puede
pagarse, mientras que los valores de la propiedad también se han desplomado. Las
medidas de austeridad no han logrado mejorar las tablas de balance de Latvia,
pero ha llevado a la clase media, a no decir de los pobres, a una modalidad de
subsistencia –o de emigración. Decenas de miles de latvianos se han ido, y el
desempleo se mantiene en o por encima del 20 por ciento.
7 La Comisión Europea votó en 2011 el “six
pack,” un grupo de medidas que anunlan las habilidades de los miembros del
estado a controlar sus presupuestos, reinstituyendo el límite en el Tratado de
Masstricht del 3% en déficits y 60% del PIB en deudas, donde más allá de eso se
impondrán grandes multas, entre otras penalidades. De acuerdo con la economista
Susan George, la Comisión
también está diseñando un cambio en la protección de los trabajadores, que
conducirá a un incremento de la semana laboral, menos paga y una jubilación más
tardía. Ver Susan George, “A
Coup in the European Union?”, en Counterpunch,
14 de oct. 2011. La situación
que sigue en desarrollo con respecto a Grecia (la cual tendrá a monitores de la
Comunidad Europea para reforzar las medidas de austeridad) nos muestra la
dirección anti-laboral, un sello distintivo del neoliberalismo de los
gobernadores financieros europeos.
9 Aunque las protestas en Europa Occicental en respuesta a un
furuto sin prospectos, tales como los indignados
o encampados en España, y las muchas
manifestaciones en la Plaza Syntagma en Grecia, fueron ejemplos críticos, y el levantamiento
en Túnez fue a fin de cuentas parcialmente efectivo, la mera escala y el
improbable éxito (igualmente sólo parcial) de la ocupación en la Plaza Tahrir
en Cairo, la convirtió en la piedra de toque del movimiento, y sigue siéndolo,
independientemente de sus metas hasta ahora no cumplidas. Al reconocer su
papel, ocupantes veteranos de la Plaza Tahrir enviaron un mensaje a Occupy Wall
Street: “La actual crisis en Estados Unidos y en Europa Occidental ha comenzado
a traer esta realidad de vuelta a casa: que a como están las cosas, todos
trabajaremos hasta el cansancio, nuestras espaldas quebradas por las deudas
personales y la austeridad pública. No contentos con raspar los restos de la
esfera pública y el estado benefactor, el capitalismo y el estado de austeridad
ahora incluso atacan al ámbito privado, y el derecho de los pueblos a una
vivienda decente, conforme miles de propietarios embargados se encuentran sin
casa y endeudados con los bancos, quienes los han obligado a vivir en las
calles. De modo que nos sostenemos no sólo en sus intentos por derribar lo
viejo sino por experimentar con lo nuevo. No estamos
protestando. ¿Quién está ahí para ser protestado? ¿Qué les podemos pedir que ellos pudieran otorgárnoslo? Estamos
reclamando esos mismos espacios públicos que han sido comercializados,
privatizados y encadenados en manos de una burocracia sin rostro, de un
portafolio de bienes raíces y de una ‘protección’ policial. Aférrense a estos
espacios, cuídenlos y dejen que los límites de sus ocupaciones crezcan. Después
de todo, ¿quién construyó estos parques, estas plazas, estos edificios? ¿El
trabajo de quiénes los volvieron reales y vivibles? ¿Por qué resulta ser tan
natural que nos priven de estos, vigilados y disciplinados? Reclamar estos
espacios y manejarlos justamente y colectivamente es prueba suficiente de
nuestra legitimidad.
10 Ver
Christian Marazzi, The Violence of
Financial Capital, trad. Kristina Lebedeva y James Francis McGimsey (Los
Angeles: Semiotexte, 2011).
11 El New Oxford American Dictionary se
encuentra instalado, desde 2005, en las computadoras Apple, en la versión OS X.
12 Dick Hebdige, Subculture: The Meaning of Style (London: Methuen, 1979), 78.
13 Levitt escribe, al distinguir lo que él considera una
mentalidad multinacional con respecto a una global, “El caso Hoover ilustra
cómo la práctica perversa del concepto de márketing y la ausencia de cualquier
tipo de imaginación de márketing permitió que las actitudes multinacionales
sobrevivieran, mientras que los clientes realmente quieren los beneficios de
una estandarización global. Todo el proyecto empezó con el pie izquierdo. Le pedía
a las personas qué características les gustaría que tuviera una lavadora, más
que el tipo de vida que quisieran vivir. Vender una línea de productos
individualmente diseñados para cada nación es desconsiderado. Los gerentes que se
enorgullecieron al practicar el concepto de márketing en su máxima expresión, en
realidad, no lo practicaron. Hoover hizo las preguntas incorrectas, luego no
aplicó ni pensamiento ni imaginación a las respuestas.” Theodore
Levitt, “The Globalization of Markets,” The
McKinsey Quarterly (Verano, 1984): 13.
14 En el Mercado mundial homogenizado, ciertos bienes, como las
pizzas, los tacos y los bagels se
convierten en significantes casi universales de diferencia.
15 La ocupación de Wall Street fue echada a andar por una serie
de eventos, de los cuales sólo puedo esbozarlos aquí. La ocupación había sido
presagiada un par de meses antes por Bloombergville, un campamento de líderes
laborales y activistas de base, de tres semanas, que se sostuvo en el parque de
City Hall, contra unos recortes draconianos, y que llevaba el nombre del
alcalde de Nueva York. (Otro antecedente importante: una ocupación que duró
semanas en el Wisconsin State House en Madison, apoyada por los sindicatos,
incluyendo sindicatos policíacos). Un artículo que especuló sobre la
posibilidad de emular la Plaza Tahrir por parte del anarquista y antropólogo
David Graeber fue publicada por Adbusters,
una lujosa revista canadiense de inspiración situacionista. Posteriormente, Adbusters lanzó un llamado general para
una ocupación de Wall Street el 17 de septiembre. Discusiones sobre la posibilidad
de construir un movimiento se habían sostenido durante el verano en 16Beaver,
un espacio discursivo de artistas en el área de Wall Street. Un encuentro ad
hoc en 16Beaver, después de un seminario sobre deudas y el bien común cargado
de activistas y académicos, en donde Graeber discutió su trabajo sobre la deuda
(Debt: The First 5,000 Years, Nueva
York, ed. Melville House, 2011), fue el ímpetu final hacia la ocupación,
centrándose en la Asamblea General. El grupo Bloombergville organizó la ocupación
del 17 de septiembre, pero Graeber, junto con el activista anarquista japonés
Sabu Kohso y la artista activista anarquista Georgia Sagri, con quien se
encontró en el seminario de 16Beaver, organizaron entonces la Asamblea General
a partir de líneas anarquistas.
En octubre de 2011, Adbusters
ofreció algunos consejos tácticos adicionales, que resultaban ser más
proclives al mundo del arte que al activismo de la vieja escuela, pero seguían
siendo conocidos desde las protestas de Seattle, si no es que desde la épocas
de los Yippies a finales de los sesenta, o incluso con los performances Dada
anteriores a la guerra: “Llegó el momento de amplificar el teatro arriesgado…bromas
pervertidas, performances subversivos y détournements lúdicos de todos tipos. Abre
tu imaginación insurrecta. ¡Cualquier cosa, desde una transformación de raíz de
la economía global hasta la manera como comemos, como nos conducimos, como
vivimos, amamos y comunicamos…puede ser la chispa que sostenga una revolución
global de la vida cotidiana!” El Departamento de Estudios de Performance de la
Universidad de Nueva York pronto organizó una serie semanal de conferencias y
talleres enfocados en el cambio social por medio de “tácticas y estrategias
creativas.”
16 Drogas, esto es, que no fueron consideradas como parte del
formulario aprobado por Big Pharma. Esto es importante, porque entre otras
cosas, permitió que los adolescentes hicieran distinciones entre drogas buenas
y malas, pero muchas veces basándose en criterios que van más allá de la
legalidad.
17 Ya que el racismo fue un motivador importante, el
encogimiento urbano resultante muchas veces es atribuido en no menor grado al “vuelo
de los blancos.” Los pueblos pequeños muchas veces se convirtieron en pueblos
de dormitorios para trabajadores de la ciudad. El pueblo chico sigue siendo la
locación de preferencia de los residentes de Estados Unidos durante la mayor
parte de su historia, y fue idealizado en el punto más álgido de la sociología
americana que abarcó la Segunda Guerra Mundial.
18 Aunque la demonización de los residents de clase trabajadora
y pobres en áreas listas para una cosecha de bienes raíces es una táctica de
larga duración, las “buenas personas” que llegan hasta recientemente se les dio
un perfil propio; previamente, el privilegio de clase fue hecho de lado como un
derecho diverso.
19 Richard Florida, The Rise of the Creative Class:
And How It’s Transforming Work, Leisure, Community, and Everyday Life (New
York: Basic Books, 2003). Florida no inventó la
idea de la clase creativa, pero sí la llenó de categorías estadísticas. De acuerdo
con su tesis, la clase creativa conforma el 30% de los trabajadores en Estados
Unidos, pero tal y como veremos, las agrupaciones que usa son problemáticas.
22 La base de Florida, Toronto, se encuentra actualmente
afligida por un alcalde que maneja un implacable estilo populista de derecha,
con todo y pronunciamientos y acciones racistas y anti-gays. Al repudiar la
agenda del gobierno anterior, Ford ha recortado los fondos para los carriles de
ciclistas y las veredas de flujo ligero. Cuando se les preguntó sobre la
respuesta de Florida, los habitantes de Toronto con quienes hablé dijeron que,
mayormente, se ha mantenido callado pero sí se quejó de que la ciudad estaba
eliminando todas las cosas que la convertían en “su ciudad.”
23 Recientemente, Florida ha sido criticado nuevamente, por
hacer una interpretación descuidada y el agregado de datos de sondeos y
estadísticas económicas en su artículo "Why America Keeps Getting More
Conservative,” publicado en la revista venerable The Atlantic (en estos días, políticamente de centro-izquierda), de
donde es uno de los 19 editores. Muchos otros comentaristas han leído los datos
de manera muy opuesta y sostienen que el electorado en Estados Unidos, por el
contrario, es cada vez más liberal en sus creencias, mientras que la política
estadounidense, gracias a la radicalización del Partido Republicano, se han
inclinado a la derecha.
24 Florida incluye en su mezcla, ingeniosamente, un pequeño
grupo bohemio, estadísticamente pequeño, el cual incluye a personas gay, pero
como ha señalado el economista de Harvard Edward Glaeser, sus regresiones de
datos sugieren que sólo en dos ciudades –sí, en el estado de Florida—la
población gay contribuye a la economía.
25 “Para
aprovechar la creatividad para fines económicos, necesitas aprovechar la
creatividad en todas sus formas. No sólo puedes generar una economía
tecnológica o una economía de la información o una economía del conocimiento;
tienes que aprovechar los aspectos multidimensionales de la creatividad… existen
tres tipos de creatividad: creatividad tecnológica…; creatividad económica,…convertir
todas estas cosas en nuevos negocios e industrias; y la creatividad cultural y
artística…nuevas maneras de pensar sobre las cosas, nuevas formas de arte,
nuevos diseños, nuevas fotos, nuevos conceptos. Esas tres cosas tienen que
juntarse para impulsar el crecimiento económico.
“La clase creativa está compuesta de dos dimensiones. Existe el
núcleo supercreativo,…científicos, ingenieros, los conocedores de tecnología,
artistas, gente del entretenimiento, músicos –los llamados bohemios, que forman
el 12% de la fuerza de trabajo…el núcleo supercreativo es realmente la fuerza
impulsora del crecimiento económico. Además del núcleo supercreativo, incluso a
los profesionales creativos y a los managers, abogados, gente de finanzas,
gente de salud, técnicos, que también usan sus ideas y conocimiento y
creatividad en su trabajo. No incluyo a las personas en las industrias de
servicio o manufactureras, quienes usan la creatividad en su trabajo.”
Christopher
Dreher, entrevista con Richard Florida, Salon,June
7, 2002.
26 Estas citas son de un anuncio de trabajo que puso un
departamento en una Universidad mayor que ofrece un “Master’s Degree en Política
de las artes, misma que trata, en clave activista, el nexo entre la política
que el arte forma y las políticas que crean arte.” A pesar de mi escepticismo,
no quiero descartar el potencial de dicho entrenamiento y de formación de
redes; el problema se encuentra en la corta duración que pueden tener tales
iniciativas antes que la institución las convierta en zombies. Ver las últimas
dos partes de mi ensayo sobre la Clase Cultural para una discusión sobre el
argumento de la culturización de Fredric Jameson y su adopción por parte de
George Yúdice, para sostener que el arte que puede enmarcarse como práctica
social puede colocar a los artistas en la posición de servir sin darse cuenta a
las finalidades del estado y, al enfocarse en la mejoría, abandonando la
posibilidad de crítica.
27 Hubo un intento sin éxito de los artistas por ocupar el
laboratorio durante un día de acciones.
28 Urban Omnibus tiene un fondo de la Fundación Rockefeller,
del Fondo de Innovación Cultural de la ciudad de Nueva York, del National
Endowment for the Arts, el Departamento de Asuntos Culturales de Nueva York, y
el Concejo de la ciudad de NY. El Architectural
League fue fundado en 1881 por Cass Gilbert y por mucho tiempo ha buscado
reconocer la importancia de las artes en relación con la arquitectura.
29 La frase “how we live now” pone en evidencia un conjunto
predecible de suposiciones, sobre quién constituye el “we.” Mientras escribo
esto, en marzo de 2012, hay una nota en el sitio, en el que un escritor freelance describe un Open House en el
recién renovado Brooklyn House of Detention, diseñado para aplacar a la gente del barrio que acaba de llegar,
diciéndoles que todo va estar bien.
31 El signo más prominente de sofisticación tecnológica es la
referencia visual frecuente a Anonymous, un grupo amorfo de hackers o hackitivistas (del cual un pequeño grupúsculo internacional,
LulzSec, fue arrestado en febrero de 2012), disfrazados con la máscara de Guy
Fawkes de la película V for Vendetta
(usada por protestantes y ocupadores y en letreros). “Anonymous,”
aparentemente, ha llevado a cabo ataques de caídas de sistema contra las
páginas de gobiernos en Túnez, Egipto y Bahrain durante las revoluciones que se
han intentado ahí, y ha expresado su apoyo a Occupy Wall Street.
No tengo el espacio suficiente para diseccionar más el posible
papel de este conjunto marcadamente anárquico y muchas veces lúdico de hackers.
Pero de una manera más prosaica, se sugiere un grado de tranquilidad tecnológica,
por la facilidad con la que el movimiento de Occupy ha hecho uso no sólo de
sitios populares como Facebook y Twitter, sino también los menos conocidos,
sitios como Vibe, el más viejo IRC, el ahora indispensable Livestream, Reddit o
el chat de internet relay, de acuerdo con PC
magazine así como Tumblr y Google docs.
Una primera revisión:
“’Montamos Google docs compartidos para poder comunicarnos…y
montamos números de Google Voice para todos.’ … Una página de Tumblr, We Are The 99 Percent, revela la lucha
del pueblo, para verse a sí mismos como alejados de aquellos que estén en el
tope del 1 por ciento de estadounidenses [ricos].”

32 Aquí busco no solo las reuniones del pueblo de las primeras épocas
de las colonias americanas, sino explícitamente al modelo de la democracia
participativa no violenta, propuesta por uno de los grupos centrales del
movimiento de Derechos Civiles, el Student
Nonviolent Coordinating Committee, o SNCC. Muchos de los jóvenes
estudiantes activistas se unieron a la campaña de Freedom Rider de la SNCC, para interferir en la segregación racial
en el sur de Estados Unidos, el cual influyó en los principios delineados poco
después en la Declaración de Port Huron, un documento fundacional del
movimiento estudiantil/antiguerra. Naturalmente, la historia, orígenes e
influencias de estos movimientos son más complejos de lo que puedo esbozar
aquí. El discurso, ampliamente destacado y estimulante del líder estudiantil
Mario Savio, presentado en el cuadrángulo del campus de Berkley el 2 de
diciembre de 1964, durante un enfrentamiento con la policía de la universidad,
incluye el siguiente preámbulo:
“Les pido que consideren –si esta es una firma, y si el Consejo
de Regentes son el Consejo Directivo, y si el presidente Kerr es efectivamente
el manager, entonces yo les digo esto—¡el cuerpo docente son un montón de
empleados y nosotros somos la materia bruta! Pero somos un montón de materia
bruta que no quiere serlo –de tener un proceso en nosotros. ¡No tenemos la
intención de convertirnos en cualquier producto! ¡No tenemos la intención de
ser comprados por algún cliente de la universidad, sea éste el gobierno, la
industria, el trabajo organizado, sea quien fuere! ¡Somos seres humanos!
33 Los grupos de artistas están señalando este punto cada vez más
frecuentemente, para bien o para mal.
34 Sharon Zukin, Loft Living, p. 180.
Martha Rosler es una artista que trabaja con
medios múltiples, incluyendo la fotografía, la escultura, el video y la
instalación. Sus intereses se centran en la esfera pública y en los paisajes de
la vida cotidiana –reales y virtuales—especialmente aquellos que afectan a las
mujeres. Algunos proyectos relacionados se enfocan en la vivienda, por un lado,
y en los sistemas de transporte por el otro. Durante mucho tiempo ha producido
obras relacionadas con la guerra y el “clima de seguridad nacional,” conectando
experiencias de la vida diaria en casa con la conducta de la guerra en el
extranjero. Otras obras, desde tours en autobuses hasta recreaciones
escultóricas de detalles arquitectónicos, son excavaciones de la historia.